En aquel infructuoso paseo, de vuelta a la morada, caminando por las calles
llenas y a la vez tan solitarias, noto de nuevo el vacío de su interior,
rugiendo, musitando y minando la sonrisa de su rostro, acabando con la poca
felicidad que quedaba en su alma, asesinada por la desidia del órgano que dejo
de dar vida a su cuerpo.
Lluvia en el interior, solo observable en la mirada, mirada que tras
su máscara de felicidad oculta la mayor de sus penas. Sigue su camino, sin ver
nada ni nadie, hasta que en un instante, a lo lejos ve unos ojos que le
observan fijamente desde la distancia, se le clava en el hondo de su alma
desgarrando de arriba abajo a todo su ser, partiendo en mil pedazos las ruinas
aun palpables. De pronto ante sí, unos labios que recordaba a la perfección se
ciñen a su cuello, sintiendo la presión en el al ritmo que marca su arteria
ayudada por el corazón, un corazón agitado, nervioso, ansioso de más de aquella
sensación que alteraba el resto del cuerpo, incapaz de moverse por sí mismo,
viéndose arrastrado poco a poco por las calles de la ciudad, antes de darse
cuenta ya estaba en su hogar, desnudo frente a la cama, nervioso como un
chiquillo primerizo. Mientras se acercaba lentamente hacia ella, sintió su aroma
y su perfume de mujer, esa mezcla que le hacía estremecer, acerco los labios a
los suyos en estado completo de pasión, mordiendo, al instante dejo de lado
esos labios mientras los suyos iban recorriendo cada centímetro de su rostro,
alcanzando el cuello para darle dulce y suavemente unos mordiscos, haciendo que
su acompañante se encorvase de placer, de ese dulce placer de sentir unos
labios saboreando cada parte de su cuerpo, cuerpo anhelante del deseo ajeno,
anhelante del placer que esos labios le proporcionaban en cada lugar en el que
se posaban mientras su boca rezaba en gemidos de placer con el suave tono de su
voz, voz que se rompió al llegar a sus preciosos senos, dándole calor a los
pezones que instintivamente se endurecieron dejando una increíble vista,
mientras sus labios continuaban el camino del descenso sus manos se quedaron
centradas en ellos, deleitándose de cuanto acontecía, dejándoles de lado solo
cuando su boca llego a la cima, al recóndito lugar donde aguardaba el preciado
tesoro olfativo y gustativo, fue entonces cuando entre los surcos de esos
labios aconteció la aparición de una lengua habida de querer buscar, el recóndito
tesoro que aguardaba su llegada, húmedo lugar, con un manantial incesante, que
cuanto más se acerca más se humedece, más se estremece. Es entonces cuando a la
entrada, separa los otros labios tras haberlos besado y mordisqueado con sumo
cuidado, en busca del guardián oculto entre ellos, llamando a su puerta hasta
su aparición, con la respiración entrecortada por el placer y la excitación de
haber llegado tan lejos sin interrupciones, quizás ella hubiera preferido que
se recreara más antes de llegar, pero las ganas pueden más que cualquier juego,
no, ahora no es tiempo de juegos, es tiempo de desempolvar las herramientas en desuso
que la naturaleza le dio.
Mientras asoma lentamente el guardián, su lengua fue lentamente recorriendo
los labios hasta el encuentro, momento en que el cuerpo de ella se estremeció
de tal forma que parecía poseída, sus manos, se aferraron a su cabeza,
ejerciendo la justa presión que ella necesitaba, se abrió más aun para dejar
paso al placer que iba en aumento paulatinamente, siguió apretando más y más
hasta que no pudo contener el amanecer de su placer, un rio asomaba por la
cueva, el a sabiendas de lo acontecido, bajo un poco más para deleitarse con el
sabor del rio que dé se interior emanaba, preciado liquido que no se ha de
desperdiciar. Tras haber dejado todo limpio, volvió lentamente y por el otro
costado subiendo con sumo cuidado, pues ella al sentir cualquier roce gimoteaba
y contorneaba, llego de nuevo a sus pechos, pero esta vez poco se entretuvo,
buscaba el beso, beso con sabor de placer que aun quedaba en sus labios,
mientras su miembro erecto, caminaba rozando el interior de sus muslos,
provocando en ellas otras sensaciones y la necesidad de agarrarlo, tenerlo en
sus manos y quién sabe si provocar en él la misma sensación, de unos labios
aferrándose a él, apretando mientras lo recorren de arriba a abajo, esa idea
provoco más placer en ella, tras el beso le dio la vuelta dejando a la vista,
el bastón que tanto deseaba y que tanto tiempo esperó y ahora por fin
podría acariciarlo, sentirlo entre sus manos, duro como nunca, poco a poco sus
labios rodean el glande, primero un beso, luego otro, mientras el tumbado gime
suavemente al saberse el placer que le espera con esa dulce boca rodeando su
pene erecto.
Ummmm gritaron al unisonó, poco a poco los cristales se van empañando, el
calor de la estancia sube despacio y sin fin, haciendo su infierno personal.
Ella sigue encima del saboreando cada milímetro de carne, haciendo más presión
con sus manos en la base, acariciando el escroto, lamiéndolo, introduciendo los
testículos en su boca, mientras él, con los ojos en blanco, disfrutando como la
primera vez, sumergido en el éxtasis del momento, se incorpora de golpe, sobresaltándola
y mientras con ternura y firmeza la agarra por su cintura, la atrae hacia él,
ambos saben que ocurrirá... ella se prepara para el salto a sus brazos, sabiéndose
húmeda, intuye que entrara, suavemente en ella, por que será ella quien marque
el ritmo y la profundidad de las embestidas... un poco solo y vuelta a subir,
baja otro poco más mientras su cabeza entorna hacia atrás, víctima del placer recóndito
que recorre todos sus nervios, despacio pero aumentando tanto la penetración
como la velocidad que la acompaña y sin darse cuenta ya entraba y salía entera
de su interior, en el suelo, gotas del placeres se acumulan, sudor y flujos
recorren las juntas. El la tiene sujeta por su culo, redondo y firme, comienza
a jugar en los aledaños de su ano con sus agiles dedos que lentamente se van
introduciendo, ella los nota, sabe que es lo que el busca, a pesar de ser
virgen en ese terreno, es incapaz de negarle ese profundo deseo de explorar
cada uno de sus agujeros, es tal su excitación que incluso comienza a gustarle
la idea, el observando sus reacciones, comienza a notar como el cuerpo de ella
se tensa, signo inequívoco de la llegada del siguiente orgasmo, pasando de
tenso a casi epiléptico, ella se retuerce en su placer mientras él la empuja
más y más fuerte contra la pared y sus gritos de desahogo llegan a todos los
confines de la habitación, haciendo que las paredes tiemblen junto a
ella.
Es el momento, dijo él mientras la tumbaba en la cama suavemente, es la hora
de que sientas todo lo que tengo para ti, y espero que quieras recibir....
Sin más dilación ella se pudo a cuatro patas en la cama, deseosa de que
volviera a penetrarla con todas sus fuerzas, queriendo que siguiera jugando al
escondite de sus dedos por su culo, lubricado cada vez más por el sudor del
momento. Noto como su pene, buscaba la entrada, jugaba con su clítoris el
glande. Me haces de sufrir, con las ganas que tengo de ti, repuso ella,
mientras él con sonrisa picarona empujo con todas sus fuerzas para penetrarla,
consiguiendo que ella volviera a gemir una vez más, entre embestida y embestida
sus dedos no ocultaban sus intenciones y poco a poco fue entrando el primero de
ellos, cuando se acostumbro al objeto extraño, le empezó a seguir el ritmo de
las embestidas, haciendo que su otro agujero la provocara un extraño placer
para ella junto al ligero dolor de no tenerlo acostumbrado a esos juegos.
Llegados al clímax de nuevo, y mientras ella descansaba de otro orgasmo, su
pene comenzó a asomar por detrás, lentamente se fue abriendo paso, dejando que
todo se acomodara, ella sentía golpes de ligero dolor mientras entraba, pero lo
podía más la excitación de probar algo nuevo para ella.
Poco a poco, entrando y saliendo de ella, ya acostumbrada al mástil que la
penetraba por lugares extraños, comenzaba también a notar el placer que ese
agujero la proporcionaba, su mano inconsciente se fue hacia su sexo, acariciándolo,
masajeándolo y antes de darse cuenta ya tenía varios dedos introducidos en su
vagina moviéndose al son de la enculada. A él le notaba, cada vez el ritmo más frenético
que la indicaba que el estaba a punto de acabar, que la llenaría ahí atrás
entera de su semen, esa idea la dio más placer si cabe, que sus propios dedos
dentro de sí misma.
El empezó a gemir más fuerte, aumentando las embestidas, sus testículos se
contraen para hacer salir a presión esa leche que ella tanto ansiaba recibir y
juntos llegaron al orgasmo.
Cansado, lentamente saco su mástil, y se tumbo al lado de su amada,
acariciando su rostro mientras la besaba....
Al despertar ella ya no estaba, se sentó al borde de la cama pensando si fue
verdad o un simple sueño... No, no podía ser un sueño, cuando su aroma aun
inundaba cada pliegue de sus sabanas... o simplemente es su subconsciente jugándole
una mala pasada....